La guerra de los condenados

La guerra de los condenados

Espectacular. No se puede decir otra cosa de esta serie pese a todas las dificultades a las que a tenido que enfrentarse desde que empezó allá por 2010. Leonidas y Kratos podéis empezar a temblar. Hay un nuevo Dios de la guerra.

No olvidemos sus comienzos, esas escenas gore y viscerales a más no poder tiraban un poco para atrás, pero supo endulzar la vista con esos desnudos creando un equilibrio de lo más curioso. Sin que nadie diera mucho por ella, Spartacus es quizás la mejor ficción que hemos podido ver en los últimos tiempos y habiendo sobrepuesto incluso la muerte de su protagonista, hazaña no libre de mérito.

Cada capítulo ha sido incluso más épico que el anterior, alcanzando en este último toda su plenitud, en una batalla por la libertad, por los hermanos caídos, por poder volver a sentir el calor de la arena, y sobre todo por el corazón que una vez le arrebataron. Desde luego ha sido un colofón que no ha desmerecido en absoluto la trayectoria de la historia, cuyos inicios ahora parecen tan lejanos.

Y es que ha sido una temporada genial. Con estrategias tanto dentro como fuera del campo de batalla, espías, traiciones, aliados que son enemigos y enemigos que se convierte en aliados. El portador de la lluvia y Craso enfrentados por ideas totalmente opuestas, pero en el fondo igual de nobles. ¿Qué me decís de la reunión en lo alto de la colina antes de empezar la batalla? Ese cruce de manos como si fueran hermanos de la arena emociona. Una forma de demostrar que aún entre enemigos puede existir respeto.

Y es que así es esta serie, llena de emociones hasta el último aliento. Con un final algo agridulce, que nos ha dejado con ganas de más, y es que no podemos dejar de lamentar las circunstancias que han dado lugar a un final temprano de esta gran historia.

Si aún no habéis visto el capítulo, debéis esperar hasta el final, viene con sorpresa. Aunque ciertamente es una sorpresa un tanto contradictoria. Si nuestro héroe acaba renegando del nombre que le dieron los romanos, ese “Yo soy Espartaco” puede confundir. De todas formas, siendo de quien viene se perdona y se agradece.

Por los buenos momentos que nos has hecho pasar solo podemos cerrar de una forma.

Gratitud, Spartacus.